Esta semana ha tenido lugar en la Facultad de Ciencias de la UNAM (México) un debate sobre los transgénicos, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinares en Ciencias y Humanidades (CEIICH-UNAM), que se ha podido seguir en directo a través de Youtube (dejo más adelante los enlaces con las grabaciones disponibles), y del que podéis encontrar el programa en este enlace.
Dado que buena parte de los lectores de este blog son de México, llevaba tiempo queriendo dedicar una entrada a ese país, así que me parece que esta es la oportunidad adecuada. Voy a escribir una reseña sobre el debate de los transgénicos en la UNAM; y ya que algunos se quejan de que los científicos debemos ser críticos (que es como quejarse de que el Sol debe dar luz), no me voy a limitar a hacer una de tantas y típicas reseñas periodísticas equidistantes, sino que como científico haré un análisis muy crítico de la rigurosidad científica de los argumentos esgrimidos, refutando algunas de las informaciones falsas realizadas por algunos ponentes. Por supuesto, son mis opiniones (desde mi formación como científico y mi información en este tema), pero acompaño todas las partes con los correspondientes enlaces a las grabaciones para que podáis ver los vídeos, y juzgar por vosotros mismos si mis análisis son o no acertados. Puede que al principio penséis que hago un análisis poco imparcial, pero es que la calidad de una de las partes dejó bastante que desear casi hasta las últimas ponencias, en que sí vimos ponencias de calidad por ambas partes. Así que sintiéndolo (yo no lo elegí así), tendréis que llegar hasta el final para ver argumentos sensatos por ambas partes.
En cualquier caso, actitud crítica siempre, lo más importante no es quién diga qué, sino cómo de bien planteados están los argumentos, y las evidencias que se muestren para sostenerlos.
(Nota: la imagen de cabecera con el mapa de los transgénicos en México la obtuve de esta web, con un artículo de recomendable lectura: https://www.inforural.com.mx/transgenicos-en-mexico/)
Miércoles 11 de abril de 2018
Mañana
(Nota: Para esta primera parte voy a presentar las críticas en orden no cronológico, porque me parece más importante ordenar algunas cuestiones de otra manera más fácil de seguir. El resto de sesiones de debate sí procuraré que sigan un orden lo más cronológico posible, para facilitar su lectura acompañada de la visualización de los vídeos, para quien quiera hacerlo).
En primer lugar, debemos aclarar la diferencia entre los conceptos transgénico y OGM. Pese a que la Dra. Elena Álvarez Buylla (Instituto de Ecología, UNAM) dijo que son lo mismo, y que OGM es solo un término propagandístico para lavar la imagen de los transgénicos (cosa que no es cierta y que dice poco en favor de que esta persona esté realmente bien informada del tema), existe una diferencia. Es cierto que, dado que casi todos los transgénicos son OGM, a menudo solemos usar todos ambos términos indistintamente, y aquellos que conocemos la diferencia podemos no darnos cuenta de que quienes no la conocen quizá piensen que son lo mismo.
La diferencia está en que los transgénicos son organismos que poseen uno o varios genes de otras especies, mientras que los OGM (organismos genéticamente modificados) son aquellos que han sido desarrollados por el ser humano mediante técnicas de ingeniería genética; esta es la definición «oficial» que suele usarse para clasificarlos, aunque podríamos debatir que prácticamente todos los organismos que utilizamos (en ganadería y agricultura) están genéticamente modificados por diversas técnicas, pero con el término OGM suele diferenciarse a aquellos que han sido modificados con ingeniería genética (que es solo una técnica más, una de las más modernas, y por tanto es un criterio de percepción y no científico separar lo nuevo y agrupar a todo lo antiguo en un mismo saco). Puede resultar confuso ya que se parecen ambos términos, pero lo aclararé mejor. Las técnicas de ingeniería genética son variadas, una de ellas es la transgénesis que nos permite insertar genes de una especie en otra, generando así los transgénicos de los que hablamos siempre, que en efecto son un tipo de OGM; pero también hay otros OGM que se generan por otros procedimientos que no suponen insertar genes de otras especies, como por ejemplo inducir radiación para generar mutaciones en el propio ADN de una especie, y luego cultivar los resultados para seleccionar aquellos que presenten mutaciones interesantes (estos serían OGM que no son transgénicos, sino de otro tipo). Vemos así que existen OGM que no son transgénicos (así como existen los que sí son transgénicos), pero ¿existen transgénicos que no sean OGM? Pues también, son organismos que surgen de manera natural cuando el gen de una especie se transfiere accidentalmente a otra, como es el caso de pulgones que se han descubierto con genes de hongos (explico más sobre este proceso de transgénicos naturales en este enlace).
La ponencia del Dr. Francisco Bolívar Zapata (Instituto de Biotecnología, UNAM) fue una interesante aportación que, menos mal, sí aportó un rigor científico y una solidez argumental dignas del foro de este debate, una Facultad de Ciencias. También fue interesante la ponencia del Dr. Javier Flores (Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM). Ambos expusieron algunas de las ventajas del uso de transgénicos (en producción de biomasa, económicas, etc.). Es curioso cómo los antitransgénicos suelen decir muchas veces que esos efectos no existen (que los cultivos transgénicos no muestran esas diferencias para las que se desarrollan), pero al mismo tiempo que son perjudiciales esas diferencias que según ellos no existen. La falta de coherencia es un síntoma bastante claro de quienes intentan criticar de cualquier manera por miedo en vez de con evidencias sólidas.
No obstante, cada vez que se intenta plantear un argumento sobre las ventajas de los transgénicos, siempre nos encontramos con la misma respuesta fácil de que «es propaganda de las transnacionales» (*). Eso es una falacia ad hominem, que en vez de cuestionar la validez del argumento, se limita a intentar desacreditarlo con un ataque hacia quien lo dice (un ataque muy errado además cuando se dice lo mismo a muchos investigadores que no tienen nada que ver con esas transnacionales, sino que investigan en organismos públicos). Si un producto es perjudicial, se podrán demostrar sus perjuicios con independencia de quién desarrolle ese producto (que además los transgénicos los desarrollan también muchas instituciones públicas, lo de que Monsanto controle todo el mercado como un monopolio es otra de las mentiras de Greenpeace). Si no se prueban los perjuicios, decir que algo lo hace tal o cual empresa no es suficiente.
(*) (Nota para españoles: aunque probablemente sea evidente, por si acaso indico que en México usan el término «transnacionales» para referirse a lo que en España llamamos «multinacionales», siendo ambos equivalentes, pero en esta entrada usaré el término mexicano ya que está dedicada a ese país.)
Por ejemplo, las vacunas son muy necesarias, salvan muchas vidas en todo el mundo. Y sin embargo son desarrolladas por transnacionales aún más poderosas que Monsanto, las farmacéuticas, que también tienen graves escándalos de corrupción e intereses deshonestos. Pero que esas empresas tengan cuestiones criticables (que las tienen, y graves), no quita que sus productos puedan tener importantes ventajas que los hagan muy necesarios, y ese es el caso de las vacunas. Así que quien tenga miedo de los transgénicos en base a que los venda Monsanto (cosa que como digo no es así con todos, hay muchos desarrollados por otros organismos), debería plantearse si tiene miedo de las vacunas también porque las desarrollen las farmacéuticas (aunque también se investiguen en organismos públicos). Anecdóticamente también es interesante recordar que cuando aparecieron las vacunas modernas a finales del siglo XVIII (con la del virus de la viruela bovina), mucha gente se opuso porque consideraba antinatural meter en humanos algo que provenía de otra especie, la vaca, y que «no se conocían los efectos a largo plazo», incluso se difundía propaganda antivacunas con viñetas que mostraban temores de que los humanos mutásemos y nos saliesen pezuñas y deformidades si nos poníamos vacunas (como se muestra en la imagen inferior)… argumentos muy similares a los de los antitransgénicos y que el tiempo a demostrado ser irracionales (y menos mal que se sobrepuso la sensatez y la gente confió en vacunarse, u hoy en día la historia de supervivencia humana a muchas enfermedades sería totalmente diferente).
En la imagen superior, a la izquierda tenemos una caricatura de 1802 en la que el dibujante critica la vacunación de Edward Jenner, mostrando personas con deformidades que algunos pensaban irracionalmente que causarían las vacunas (Fuente: Wikimedia Commons). A la derecha, otra viñeta actual criticando a los transgénicos; esta es de El Roto, quien en otras ocasiones hace viñetas de aguda crítica social, pero en esta ha metido la pata hasta el fondo, pues pretende caricaturizar a plantas estériles a las que ha representado con espigas llenas de granos (semillas), y curiosamente muestra sin quererlo una realidad diferente a la que pretendía: por más que se hable de plantas estériles (la tecnología de semillas terminator, que podría servir para evitar los cruzamientos con otras plantas que tanto se critican), eso nunca se ha llegado a comercializar, y todos los transgénicos que se comercializan producen semillas perfectamente funcionales (de hecho el beneficio en muchos OGM que se cultivan, al igual que en las variedades convencionales, está precisamente en vender ese grano o semilla, así que si fuesen estériles no producirían nada que vender y no tendrían sentido económico tampoco).
Claro que hay gente que ya mezcla todos los argumentos para atacar los avances de la ciencia. Una señora durante el debate (supongo que del público, aunque en ese momento el vídeo fallaba y solo se oía el audio) comentó que los transgénicos tienen que ser la causa del autismo, una burrada enorme que no se sustenta en ninguna prueba, y precisamente es lo mismo que se inventan los antivacunas para criticar a las vacunas diciendo que estas causan autismo.
Tened siempre mucho cuidado con quienes intentan propagar el miedo irracional a los avances aludiendo a temas sensibles sin aportar ninguna prueba. Resulta muy fácil inventarse acusaciones o hacer un dibujito relacionando aquello que se quiere criticar con una enfermedad o trastorno grave. Y una vez que se lanza la acusación, siempre habrá gente que se la crea y empiece a repetirla hasta que el rumor crezca como una bola de nieve que rueda colina abajo. Esto se nota mucho en los comentarios de los vídeos de Youtube que hablan de transgénicos, en los que siempre aparece alguien a comentar que los transgénicos «causan cáncer, alergias, daños al medioambiente, etc.», nada de lo cual se ha demostrado jamás ni hay explicación para justificar siquiera que se puedan esperar tales efectos. Así que hagamos el favor de ceñirnos a lo que conocemos, y no repetir afirmaciones extremistas como si fuesen verdades comprobadas.
A este respecto, el Dr. Julio Muñoz Rubio (CEIICH, UNAM) planteaba la pregunta de qué es lo que hace falta demostrar para que quienes defienden los transgénicos acepten que son peligrosos. La respuesta es bien sencilla, y es que bastaría cualquier cosa. Si se demuestra que son perjudiciales, habrá que aceptarlo. Pero primero hay que demostrarlo, no basta con afirmarlo porque sí y luego quejarse de que no se acepta una afirmación inventada. Así no es como funciona la ciencia.
Y sobre esto hablaron de un estudio publicado por el Dr. Séralini que pretendía relacionar los alimentos transgénicos con la aparición de tumores en unas ratas, estudio que fue duramente criticado por estar mal diseñado el experimento y fue retirado. Los ponentes antitransgénicos, Julio y Elena, pretendieron decir que aunque haya muchísimos estudios independientes que no muestran peligro alguno de los transgénicos, ese estudio bastaba a pesar de las críticas. Pero en ciencia (como ellos deberían saber si no se estuviesen aferrando a un clavo ardiente por sus prejuicios ideológicos), no basta con que se afirme algo en un estudio, el experimento debe estar bien diseñado y se debe poder replicar para encontrar esos mismos resultados de manera independiente por otros investigadores.
El mencionado estudio de las ratas no cumplía ninguno de esos requisitos básicos, no se rechaza porque no gusten sus resultados, se rechaza porque sus resultados no tienen ninguna credibilidad, y os explico por qué. El investigador que hizo ese experimento utilizó una raza de ratas (Sprague-Dawley) que tiene una gran propensión a desarrollar tumores, incluso si las crías sin ningún tratamiento fuera de su dieta habitual van a acabar generando tumores de manera natural al envejecer. Este investigador usó esas ratas, las alimentó con transgénicos y luego concluyó que los transgénicos eran la causa de los tumores, sin mostrar evidencia alguna de que esa casualidad tuviese una conexión de causalidad. Podríamos hacer el mismo experimento con esas ratas pero en vez de transgénicos, darles de comer o de beber cualquier otro producto que queramos criticar (aunque sea el agua mineral más pura de México, por ejemplo), y cuando desarrollen tumores pretender decir «¡eh, el agua mineral de México causa cáncer!». Eso sería absurdo, es evidente, ¿verdad? Pues así de incorrecto fue el experimento diseñado por ese investigador, que él mismo tuvo que reconocer que tenía fallos de diseño después de las críticas (podéis leer más sobre los defectos de ese estudio en este enlace). Pero quienes se empeñan en criticar a los transgénicos no tienen en cuenta si los estudios se hacen de manera rigurosa o no, solo buscan algo que diga lo que quieren oír, y se aferran a ello rechazando toda la evidencia sólida que demuestra lo contrario, en una exhibición de su sesgo de confirmación.
Por cierto, vamos a hacer un alto para hablar de falacias, aprovechando que Julio Muñoz en su presentación exponía la diapositiva de la imagen superior. Este acusaba del Dr. Bolívar de usar una falacia ad verecundiam en su libro, como se lee en el texto, porque presentaba a los autores mencionando sus experiencias profesionales y premios, donde también dicen que en el libro presentan las ventajas de los transgénicos. Corregidme si me equivoco, pero yo en ese texto no veo que ponga «los transgénicos son buenos porque lo decimos los expertos», sino que pone «nosotros, que somos expertos en estas disciplinas, vamos a presentar los motivos a favor de los transgénicos». Lo primero sí sería una falacia ad verecundiam, mientras que lo segundo es una presentación de la acreditación de unas personas sobre un tema, sobre el que luego expondrán sus argumentos para afirmar tal cosa sobre los transgénicos, y dichos argumentos serán aceptables o no en función de su estructura lógica y la evidencia que los sustente, no en función de quién los haya dicho. Pero si se escribe un libro de divulgación científico-técnica, es normal presentar la trayectoria profesional de los autores, sin que ello suponga decir que automáticamente se espera que sus argumentos sean creídos solo por falacia de autoridad. Del mismo modo que si un conjunto de médicos escriben un libro sobre por qué las vacunas son necesarias, no habría falacia de autoridad en presentar el libro diciendo «los autores son médicos de las disciplinas (…)», así como cualquier otro mérito reseñable de su trayectoria profesional, antes de decir que van a explicar por qué las vacunas son seguras y necesarias. Resulta de interés si un libro sobre vacunas lo escribe un médico o, por poner un ejemplo, un fontanero (sin ánimo de ofender a los fontaneros). Por supuesto eso no significa que el médico no pudiese equivocarse y el fontanero estar bien informado y escribir un libro decente, pero a cualquier lector le puede interesar conocer qué formación tiene el autor en el campo del que va a hablar. ¿O acaso en estas jornadas de debates organizadas por el CEIICH-UNAM no se ha presentado la trayectoria profesional de cada uno de los ponentes antes de que estos expongan sus argumentos? ¿Deberíamos rechazar este evento de debates porque se presenta a los ponentes por su experiencia antes de que hablen, aludiendo a una falacia de autoridad? Supongo que Julio Muñoz ahí ya no estaría tan contento con disparar acusaciones de falacias de autoridad a todo evento/libro en el que los autores sean presentados antes de exponer su tema.
Luego nos presenta otra imagen (la que muestro justo arriba) donde en el libro se dice lo que aparece ahí, y la interpretación (o más tergiversación) de Julio es que ahí se afirma «los transgénicos son buenos porque lo dicen los expertos». Eso es alterar el contenido para hacerlo fácilmente atacable, lo que se conoce como falacia de hombre de paja. El texto solo pone literalmente que documenta los apoyos a los transgénicos por parte de expertos, es decir, que recoge las opiniones de los expertos; eso no equivale a afirmar que de facto los transgénicos sean buenos por eso, sino solo recoge el hecho de que los expertos en biotecnología se posicionan mayoritariamente de esa manera, cosa que es un hecho y puede ser de interés para el lector (la opinión de la gente en general puede ser muy diversa, y estar más o menos bien informada, pero nunca está de más, entre otras cosas, conocer qué opinan los que están más formados en una cuestión, sin perjuicio de que se puedan equivocar).
Luego continúa criticando que los autores presentan que existen más de 1800 estudios mostrando la inocuidad de los transgénicos como tales, mientras que no se ha presentado ninguna evidencia sólida que prueba ninguno de los daños que se les atribuyen a la ligera. Pues aunque haya quien no se lo crea, es que esto es así, sucede igual que con las vacunas, hay mucha evidencia sobre sus beneficios, y ninguna que apoye mentiras inventadas como que causen autismo (ni una sola; se publicó un estudio que luego se demostró fraudulento e interesado, fue retirado, y al médico corrupto que lo publicó se le retiró su licencia de medicina). Y así es como se construye la evidencia científica, se van acumulando estudios, todos ellos críticamente revisados antes y/o después de publicarse, y cuando se acumula tantísima evidencia a favor de una postura, mientras que la otra a penas puede presentar malas publicaciones con defectos de forma que los propios autores tienen que acabar reconociendo como defectuosas, entonces es cuando podemos afirmar con mucha confianza que algo es seguro, como las vacunas o los transgénicos. Si algún día empiezan a aparecer evidencias de problemas, será el día en que haya que plantearse alternativas, pero mientras, no podemos negarnos a usar tecnologías que muestran tanta evidencia de seguridad y de potenciales beneficios, pues negar esos beneficios a la población es la mayor negligencia posible con los datos de los que disponemos.
Así que no, se siente por Julio Muñoz, pero como dicen los jóvenes de hoy en día, eso ha sido un «epic fail» por su parte, ha querido atacar a la yugular a Bolívar y le ha salido el tiro por la culata. Porque queriendo criticar las falacias ajenas (que por supuesto hay que hacerlo, cuando las hay y se pueden probar con lógica), luego él se ha columpiado de lo lindo soltando falacias y argumentos ilógicos, como ya he comentado con lo de aferrarse al estudio fraudulento de las ratas con tumores, que no parece importarle lo mal diseñado que estuvo el experimento, ni las críticas razonadas, ni que el propio autor del estudio reconoció defectos en este; al Dr. Muñoz solo le importa que es un estudio que se publicó y coincide con sus prejuicios, así que recurre a la falacia ad verecundiam de sostenerlo como evidencia sólida porque hubo un científico que afirmó esas cosas, y como tales deben ser aceptadas. También habla luego de que las minorías científicas a veces tienen razón, citando a autoridades científicas (Galileo, Copérnico, Kepler, Lamarck, Darwin, Marx… no sé muy bien qué pinta Marx como filósofo entre el resto de científicos, pero bueno), que él presenta vinculadas a la RAZÓN, palabra que él mismo escribe junto a esos nombres (¿quién dijo falacia de autoridad?). El pequeño detalle que se le escapa es que esos científicos no se limitaron a afirmar algo, sino que presentaron evidencias a favor de sus teorías, evidencias que se siguieron investigando y sobre las que el resto de la comunidad científica encontró lógica, y se acabaron aceptando y asentando. ¿Sabéis a qué se parece en eso el caso de los transgénicos? A que los biotecnólogos han presentado evidencias de que la transgénesis es un proceso natural y seguro, los estudios se van acumulando en favor de esa idea, y la comunidad científica lo está aceptando; los antritransgénicos son como la Iglesia o los represivos antiprogreso que se opusieron a esos científicos a lo largo de la historia, siempre con las mismas falacias ad antiquitatem de que lo que existía hasta el momento era seguro pero las nuevas ideas son peligrosas y hay que prohibirlas. Lo dicho, «epic fail».
Otro argumento esgrimido por la Dr. Elena Álvarez fue que el caso de los transgénicos es el mismo que los casos que fueron el DDT o el tabaco, en que una sustancia nociva se utiliza descontroladamente hasta que se prueba lo dañina que es para la salud. Pero los transgénicos no son una sustancia, son organismos prácticamente iguales a los originales, que simplemente en su ADN (con un código genético que compartimos todos los seres vivos) llevan una secuencia de pares de bases que ha sido descubierta en otra especie, pero no es más que un conjunto de bases (A, T, G, C), las mismas bases que ya tenía la especie original y que tenemos todos en el ADN. Cuando comemos un transgénico, solo ingerimos ese organismo, que en nuestro estómago se degrada y queda reducido a un montón de moléculas que no se podrían distinguir de las moléculas que resultan de comerse la misma especie no transgénica. Además de que comemos en nuestros platos un montón de especies diferentes mezcladas, y no por ello en nuestro estómago sus genes se nos meten al cuerpo y nos contaminan.
Pero no, la Dra. Elena se equivoca, el caso de los transgénicos guarda más paralelismo con el de las vacunas. Como ya comenté antes, la gente de aquella época les tuvo un miedo atroz, y usaron los mismos argumentos que hoy se esgrimen contra los transgénicos: que no es natural, que existen otras opciones «anteriores y más naturales», que no existe un problema que solucionar, que no había estudios a largo plazo de sus posibles efectos… todo excusas absurdas, y si aquellas personas se hubiesen salido con la suya y se hubiesen prohibido las vacunas, no se habrían salvado todos los millones de vida que las vacunas han salvado, muchos de nosotros ni siquiera viviríamos hoy en día.
Igualmente absurda fue una afirmación que lanzó la Dra. Elena (no recuerdo ahora si fue durante su ponencia, el debate posterior, o preguntas a otros ponentes de otro día) planteando que la ingeniería genética no es aceptable porque la genética es algo complejo y no se puede aplicar ingeniería a cuestiones complejas. Esto es un WTF de manual, se queda uno con cara de «¿pero qué… de verdad ha dicho semejante bobada?». Para que luego digan que los antitransgénicos no se oponen a la biotecnología como tal, ni están en contra de la ciencia ni el progreso. ¿Qué por qué es tan absurda esa afirmación? Válgame el cielo, todo el universo en que vivimos es complejo, si lo que dijo esta señora fuese cierto, no podría existir ingeniería de ningún tipo. Una de las cosas más complejas que hacemos es la exploración espacial, enviando sondas que se aprovechan de las órbitas planetarias y la gravedad de los planetas para impulsar su rumbo y continuar hacia los límites del sistema solar… algo imposible sin la ingeniería espacial, combinada con la astrofísica. Por supuesto que podemos aplicar nuestras tecnologías a sistemas complejos, ¿a qué si no las íbamos a aplicar? ¿Qué hay en la naturaleza o en el universo en general que sea muy sencillo y totalmente controlable? Nada.

Es necesario también corregir otra de las falsedades de la Dra. Elena cuando habló de las proteínas Cry del maíz Bt (transgénico bastante cultivado en México). Ella dijo que usar el transgénico es mucho más perjudicial para el medioambiente que usar las proteínas Cry en crudo (antes de que existiese ese transgénico ya se usaban las Cry aplicándolas en cultivos, que es lo que ella recomienda). Para quien no lo sepa, las proteínas Cry son unas moléculas sintetizadas de manera natural por la bacteria Bacillus thuringiensis, y de ahí el nombre Bt por sus iniciales. Estas proteínas matan a los insectos, al unirse a receptores de su aparato digestivo, que agujerean. Pero aplicarlas en crudo como se hacía antes tiene varios problemas: los agricultores tienen que ir a echarlas por sus cultivos, gastando tiempo y mano de obra; y el producto desaparece, por ejemplo con las lluvias, con lo que hay que seguir gastando recursos en aplicarlo una y otra vez. Y el mayor problema medioambiental es que al aplicarlas sobre el cultivo matan también a otros insectos que no atacan al cultivo, en vez de afectar solo a los que suponen una plaga. ¿Cuál es la ventaja entonces del maíz transgénico Bt? Pues que porta en su ADN el mismo gen de Bacillus thuringiensis que le permite sintetizar las proteínas Cry en sus propias células, y de esa manera todo el cultivo está protegido sin necesidad de aplicar nada externamente, sin que eso se pierda aunque llueva, y además solo afecta a los insectos que muerden las plantas para comérselas, el resto están a salvo. Al resto de animales, incluidos los seres humanos, no nos afectan las proteínas Cry porque no tenemos esos receptores en nuestro aparato digestivo, así que no nos pueden hacer daño, y de ahí que no haya peligro en comérselo. Así pues, vemos que la realidad es justo lo contrario de lo que afirmaba la Dra. Elena, el maíz transgénico Bt es mucho más seguro, más cómodo para los agricultores y más inocuo para el medioambiente que andar aplicando Cry en crudo o pesticidas externamente.
Además otro argumento esgrimido erróneamente por los antitransgénicos (tanto los ponentes como muchos de sus seguidores) es criticar al «dogma central de la biología molecular», porque se piensan que es una creencia rígida de los biotecnólogos y biólogos moleculares que no contempla otras cuestiones como la epigenética. Como si no fuesen precisamente ellos los que más se dedican a estudiar estos fenómenos genéticos y los conocen bien. El problema está en que ese término de «dogma» fue acuñado por Francis Crick cometiendo el error de usar una palabra que no refleja lo que se quería transmitir realmente; es una hipótesis sobre los procesos de paso de ADN a ARN y a proteínas, que ha demostrado ser cierta en cuanto a que existe ese fenómeno y regula muchos procesos, si bien nadie afirma ni defiende que sea el único mecanismo de control genético. Podéis leer en este enlace cómo el propio Crick reconoció que no lo pensó bien antes de hacer esa mala elección de palabras, que fue criticada por los propios científicos del campo, y que no refleja en absoluto un dogmatismo de la biotecnología como nos quieren hacer creer los antitransgénicos.
También es lamentable ver cómo aquellos que no saben del tema, algunos, consideran que lo saben todo y que pueden despreciar cualquier intento de los científicos de explicar estas cuestiones y arrojar luz donde otros solo quieren arrojar sombras y los miedos irracionales contra el progreso. Durante el debate, intervine en el chat de Youtube, donde aparecieron algunos trols a reírse diciendo que yo debía ser un asalariado de las transnacionales (lo típico, si no tienen argumentos, intentan desacreditar a base de críticas absurdas e infundadas). Lo más gracioso es que me acusaban de no saber del tema, cuando ellos hacían gala de una ignorancia supina, afirmando cosas tales como que el cáncer no es una enfermedad que exista de forma natural sino que surge por mediación humana (como si no existiese cáncer en otras especies o no lo hubiesen padecido las personas en la antigüedad, aunque de aquella no supiesen lo que era y lo diagnosticasen mal). Lo más absurdo fue que cuando les planteé que gracias a los transgénicos tenemos insulina humana para todos los diabéticos que la necesitan, producida por bacterias transgénicas (un dato que es un hecho real que podéis comprobar buscándolo en Internet), se rieron porque les parecía una locura que la insulina la produzcan bacterias. ¿Y cuál fue su alternativa a esa insulina? Pues una ocurrencia singular, «que las personas no necesiten insulina», lo cual muestra que ni siquiera saben que la insulina forma parte natural de nuestro metabolismo, pero que algunas personas no la producen por un defecto genético (podéis ver algunos de los mensajes en la imagen inferior, y en el enlace del vídeo se muestra el chat completo). Ese el problema con los antitransgénicos, que o niegan los problemas, o no saben plantear soluciones alternativas factibles. Desde luego sería una locura que cuando vamos al médico con una enfermedad necesitando un remedio, este nos dijese «la solución es que no necesites un remedio».
En la imagen superior vemos al típico trol ignorante que se dedica a burlarse de todo lo que no entiende, negándose a aceptar argumentos ni aunque pudiese comprobarlos con solo buscarlo en Google (tarea que parece muy complicada para ciertas mentes cerradas).
Desde luego la ponencia de la Dra. Elena Álvarez no hizo sino echar más leña al fuego de la desinformación y la difamación falsa, repleta de mentiras, medias verdades y proclamas totalitarias por la prohibición de los transgénicos (sin dar a los agricultores la oportunidad de elegir cultivarlos si quieren). Su punto central fue la «promiscuidad» del maíz, que se mezcla mucho, y por tanto el maíz Bt se mezclará con el resto de variedades… variedades que se están constantemente mezclando, luego si tenemos N variedades, introduciendo el maíz Bt tendríamos N+1 variedades mezclándose, eso no es que se pueda decir que sea eliminar la diversidad (al contrario, la aumenta), y es un fenómeno tan natural como lo ha sido siempre, no es que ahora con el transgénicos vaya a pasar algo que no pasaba antes. Ella lo llama contaminación porque no le gusta el maíz transgénico y quiere decir que esa mezcla es mala y las demás no, pero eso es un prejuicio de ella, que no se sustenta en ninguna evidencia, pues debe probarse que haya algún problema con esa variedad transgénica para hacer tales afirmaciones (cuando la evidencia que tenemos muestra todo lo contrario). Así que en resumen, la ponencia de Elena ha sido una de las peores del evento, una auténtica demostración de irresponsabilidad científica, desinformación hacia la sociedad, manipulación prejuiciosa y charlatanería.
Cabe señalar que los ponentes antitransgénicos intentaron desviar el tema hacia cuestiones sociales cuando quedó patente que no podían aportar evidencias científicas para mostrar los problemas de los que acusan a los transgénicos, y me pregunto yo, si no van a aportar argumentos científicos y van a tirar por argumentos no científicos, ¿para qué van allí en calidad de científicos como si tuviesen algo científico que aportar? Para hablar de economía o política, podrían haber invitado a economistas o políticos antitransgénicos, que total lo iban a hacer igual de mal. Me parece bastante lamentable el poco nivel de debate logrado en una Facultad de Ciencias, donde solo los ponentes Francisco Bolívar y Javier Flores, así como alguna intervención de la moderadora Rosaura Ruíz, aportaron argumentos, evidencias y criterios realmente científicos. Así que el debate parecía a veces como los de cualquier televisión o radio, confrontando a científicos con charlatanes. Supongo que es lo más que se puede conseguir cuando una de las posturas se basa en el charlatanismo y las mentiras.
Otro apunte, la moderadora, Rasaura Ruíz, termina diciendo que debe ser cada parte la que intente probar su postura (cosa totalmente cierta), pero que ella se posiciona a favor de no tocar el maíz y que se siga investigando hasta que exista certeza absoluta sobre si es o no seguro modificarlo. Y esa afirmación es aberrante, porque nunca tenemos certeza absoluta de nada en estas cuestiones (podemos tenerla sobre unos pocos hechos totalmente comprobados, como que la Tierra es una esfera (no perfecta) que orbita alrededor del Sol, que existe la evolución, y pocas cosas más), pero sobre cómo funciona un proceso o si una tecnología es o no segura, nunca tenemos un conocimiento al 100%, tenemos conocimientos suficientes para apostar o no por esas opciones. Y además es negligente decir «no hacer nada hasta estar 100% seguros» cuando hablamos de cuestiones tan vitales como la alimentación, la medicina u otras de vital importancia para nuestra sociedad. ¿Qué pasaría si dijésemos lo mismo sobre las vacunas o la quimioterapia, de no usarlas hasta no estar seguros al 100%, aunque tengamos evidencia de que las vacunas son seguras al 99’99…% o que la quimioterapia es efectiva y razonable pese a sus contrapartidas, hasta que no desarrollemos algo mejor? Si no las usamos, incluso con perjuicios evidentes como tiene la quimioterapia, estaríamos apostando por lo que había antes, que tenía defectos aún mayores, con los que más gente morirá o padecerá hambre.
Finalmente, al acabar invitaron a los asistentes a unas muestras de alimentos «libres de transgénicos». Y la Dra. Elena aprovechó para lanzar una última difamación mentirosa, diciendo que también tenían alimentos transgénicos con glifosato, cuando este pesticida se usa no solo con algunos transgénicos (y no todos, porque no tiene nada que ver), sino también con otros cultivos no transgénicos, pero sobre todo que ese pesticida no llega al plato. Al comer alimentos transgénicos no nos comemos glifosato, y decir lo contrario es mentir. Esto nos muestra de nuevo que la Dra. Elena Álvarez más que como científica actúa como una charlatana.
Tarde
La primera ponencia fue del Dr. Antonio Turrent Fernández (INIFAP), quien también presentó datos de los beneficios de los transgénicos y las evidencias que tenemos para afirmar su seguridad. No hay mucho más que decir al respecto, sobre que fue una charla científica propiamente dicha (otra muestra más de qué postura es la que se fundamente en evidencias). Quien quiera verla tiene arriba el enlace.
La segunda ponencia fue de la Dra. Alejandra Covarrubias (Instituto de Biotecnología, UNAM) (aunque por desgracia el audio funcionó mal y se oye con dificultad), quien introdujo un tema necesario e importante que es el de los futuros escenarios bajo el cambio climático, que nos harán afrontar nuevas condiciones que cambiarán muy rápido y para las cuales muchos organismos ni están adaptados ni tendrán tiempo de adaptarse lo bastante rápido (esto por ejemplo es lo que pone en peligro de extinción a las tortugas marinas, como explico en este enlace). No obstante, en una de las diapositivas se muestra que la biotecnología moderna está ligada a la agricultura intensiva, mientras que el mejoramiento tradicional estaría ligado tanto a la agricultura intensiva como a una agricultura sostenible. Esto no es así, no existe tal unión, sino solo circunstancialmente podemos encontrar cualquiera de los tipos de cultivos (transgénicos o no) siendo manejados con cualquiera de las técnicas agrícolas (intensiva, extensiva, sostenible o no…). Prueba de ello es la agricultura campesina de transgénicos desarrollados públicamente por el gobierno de Bangladesh, como se muestra en el documental Well Fed (que enlazo debajo), que os recomiendo encarecidamente que veáis si aún no lo conocéis.
Documental Well Fed, en el que dos amigos holandeses, un científico que apoya los transgénicos y un cineasta que se opone a ellos, se ponen a hablar del tema y visitan oficinas de Greenpeace (bastante lujosas, como las de cualquier transnacional por cierto), un antiguo activista radicial de «Earth First» en Reino Unido que cometió actos de ecoterrorismo fanático y ahora explica cómo descubrió que estaba equivocado, y Bangladesh, donde el gobierno desarrolla OGM y los pone a disposición de los humildes campesinos sin mediación de transnacionales, mostrando cómo los que los usan ven considerables mejorías (a pesar de sufrir ataques de ecoterroristas convencidos de que están combatiendo un peligro irreal), mientras los campesinos que aún no usan OGM sufren las consecuencias de prácticas agrícolas más perjudiciales. Al volver a Holanda, el cineasta vuelve a visitar a los de Greenpeace para contarles lo que ha visto con sus propios ojos (totalmente diferente a lo que le habían contado), encontrándose con que el de Greenpeace le medio reconoce que se tienen que oponer a todo (incluso al arroz dorado) no vaya a notarse que algún OGM puede ser bueno y la gente empiece a desconfiar de su discurso y acepten otros OGM. Y al cineasta solo le falta decirle «¡Que dejéis de mentir, pedazo de burros!».
En cualquier caso, me parece que la ponencia de la Dra. Alejandra tiene un buen nivel científico y aborda temas importantes dando información útil (salvo por algún error como comentaba) sobre diferentes técnicas. Me parece que fue más una presentación técnica de datos sin entrar a posicionarse en el debate (o al menos no me quedó claro si tenía un posicionamiento firme, quizá se me escapó algo por culpa de los fallos en el audio), pero no me parece mal que haga una presentación puramente científica sin mojarse; como mucho comentó que lo perjudicial es la agricultura intensiva y que una tecnología no es problemática per se sino que depende de cómo se use, siendo la ciencia fundamental, así que chapó a eso y bien dicho. Desde luego es una aportación positiva, mucho mejor que las que se limitan a difundir mentiras, así que bien, la valoración general de esta ponencia es positiva.
La siguiente presentación es del Dr. José Luis Solleiro (Centro de Innovación Tecnológica, UNAM), sobre los aspectos económicos de los alimentos biotecnológicos, explicando algunos de los beneficios económicos de los transgénicos, pero también comentó un aspecto relevante, y es que los transgénicos son parte de un conjunto de medidas que se pueden tomar para afrontar determinados problemas (como las plagas), no que se pretenda que por sí solos lo resuelvan todo, cosa que nadie afirma y que es una falacia de hombre de paja a la que suelen recurrir los antitransgénicos para acusar a los transgénicos de ser una opción reduccionista (cosa falsa).
La última ponencia de esta tarde fue del Dr. Andrés Barreda (Facultad de Economía, UNAM), que presentó una apelación a la conspiranoia, hablando de casos reales de corrupción y de sustancias que fueron dañinas como el DDT para intentar hacer un paralelismo con los transgénicos, sin presentar las necesarias pruebas para sustentar sus acusaciones. Da más vueltas que la hélice de un helicóptero hablando del petróleo y otras cosas, rellenando su charla de palabrería que más bien podría ser la charla de un político para relacionar aquello que pretende atacar con todo lo malo del mundo, sin argumentos que lo avalen. Su discurso se puede resumir en «transgénicos = Monsanto, capitalismo, etc.». Algo que ya he discutido antes cuando otros ponentes han caído en las mismas tonterías, y sobre lo que también hablo en la entrada de este enlace sobre críticas por motivos socioeconómicos, así que no volveré a refutarlo de nuevo, es innecesario.
Jueves 12 de abril de 2018
Mañana
La primera charla fue de la Dra. Alma Piñeyro (de la UAM-Xochimilco), quien nos plantea si se da con los OGM un caso de obsolescencia programada. Para quien no lo sepa, la obsolescencia programada es la programación del fin de vida útil de un producto (por ejemplo, una impresora que está diseñada para dejar de funcionar después de X impresiones). Eso no sucede con los transgénicos comercializados, porque son organismos vivos funcionales, que simplemente incorporan un gen con una nueva funcionalidad, y en esencia son iguales a los originales en todo lo demás. Podríamos quizá hablar de eso en relación a las semillas terminator, tecnología famosa porque consiste en organismos que se plantan y luego no generan semillas, que fue desarrollada en EEUU pero no se ha llegado a utilizar. Aunque podrían ser la solución a las quejas de los antitransgénicos sobre lo de que las variedades modificadas se crucen con las convencionales, tendría la pega de que los agricultores tienen que seguir comprando la semilla cada vez (aunque sería decisión de ellos evaluar si les compensa o no). Lo que no se puede es estar a las duras y a las maduras, o nos quejamos de que se comercializasen transgénicos que no produzcan semilla (cosa que a día de hoy no pasa), o de que estos se mezclen con otros cultivos al reproducirse y generar semilla, pero es lo uno o lo otro, no se puede tener ambas cosas porque eso sí que sería antinatural (que produzcan semilla sin llevar a cabo el procedimiento natural de producción de polen y reproducción). Luego también nos habla del «paquete tecnológico», que los antitransgénicos intentan colar como que no existe la posibilidad de cultivar transgénicos sin depender de comprar un montón de cosas más a las empresas, cosa que solo aplicaría para ciertos transgénicos (por ejemplo los de resistencia a herbicidas, que van asociados al herbicida al que son resistentes, pero bueno, no es como si los agricultores no comprasen ya de forma normal herbicidas, así que no es que sea una novedad). Por ejemplo con los transgénicos resistentes a plagas (y es el caso del maíz Bt que se cultiva en México) lo que se gana es que se reduce la necesidad de aplicar tantos pesticidas, y con ello disminuye la necesidad de los agricultores de comprar tanto esos productos y el trabajo y riesgos de aplicarlos. La Dra. Piñeyro habló también de la aparición de resistencias, pero es que eso no es algo que suceda solo con los transgénicos, sucede con los pesticidas que se aplican de forma habitual, sucede con los antibióticos que tomamos… y la solución no es dejar los antibióticos a cambio de nada o de seguir como antes de tenerlos, muriendo de enfermedades, sino combinar los antibióticos con nuevas tecnologías (como el uso de terapias con bacteriófagos, de las que hablo en este enlace), así que los problemas asociados a la aparición de resistencias podrán ser atajados desde la ciencia con el uso de varias tecnologías combinadas, igual que en la agricultura sostenible se combinan varios cultivos en sistemas de barbecho o rotación.
Después presentó su ponencia el Dr. Xavier Soberón Mainero (del Instituto Nacional de Medicina Genómica). Fue una interesante presentación sobre cómo han avanzado las tecnologías aplicadas a la investigación en genómica, y cómo la inversión en investigación ha permitido abaratar los costes y aumenta la asequibilidad de esas técnicas. También comentó que el progreso y la innovación es lo que hace que aparezcan técnicas nuevas y mejores que dejan obsoletas a las anteriores, no porque estuviese programada previamente su obsolescencia. Respecto al debate, planteó dividir el tema en sus diferentes partes y analizar sus diferentes ventajas y riesgos, actuales y potenciales, y contrastarlo con lo que ya tenemos (para ver si compensa o no usar las nuevas técnicas), como debe ser. Aunque discrepo con lo que dijo de que las consideraciones religiosas son válidas (nunca han demostrado validez para nada más que para promover la ignorancia), pero al menos dijo que esas otras consideraciones no son las que deben tenerse en ese foro, una Facultad de Ciencias. Terminó diciendo que no hay riesgos actuales (demostrados) de los transgénicos sobre la salud ni sobre el medioambiente, y que ojalá en el futuro quienes quieren hacer agricultura sostenible incorporen las nuevas herramientas de la biotecnología, cosa perfectamente posible y deseable (por más que los antitransgénicos se empeñen en mentir sobre que los OGM solo se puedan usar en cultivos intensivos).
Después intervino el Dr. Jorge Linares (filósofo de la Facultad de Filosofía, UNAM), quien hizo una presentación con reflexiones filosóficas sobre cómo funcionan estos debates polémicos en la sociedad, cómo podrían ir cambiando, y que pronostica que nunca acabarán (o al menos no en un plazo muy largo más allá de nuestra generación). La verdad es que fueron unas aportaciones francamente interesantes sobre las que reflexionar. No coincido del todo con su planteamiento de que, por ejemplo, un salmón transgénico es y no es un salmón, porque sigue siendo un organismos vivo pero ha sido cambiado (sigue siendo un salmón, la biología no dudaría ni un instante en clasificarlo así, puesto que todos tenemos fragmentos de ADN exógenos de forma natural y eso no nos excluye de nuestra especie). Pero esto es un viejo debate filosófico ilustrado por la paradoja del barco de Teseo, así que es un debate interesante (y quizá interminable) sobre cómo considerar filosóficamente la entidad de esos organismos, aunque no resuelve la cuestión sobre su seguridad.
De este grupo de charlas quiero destacar la del Dr. Víctor Toledo, como paradigma del discurso antitransgénicos y anticientífico que supone una vergüenza para la profesión. Cuando lo presentaron como director del Instituto de Ecología me esperaba una charla de cierto nivel, y él mismo dijo que iba a abordar el tema de la biodiversidad. Pero su charla no pudo ser más decepcionante y lamentable. Una sarta de falacias en las que se limitó a clasificar en «científicos buenos» y «científicos malos» a los de cada opinión en función de si opinan lo mismo que él o no, sin presentar ni una sola prueba ni razonamiento ecológico que sustente sus ideas antitransgénicas. Su único ejemplo fue el problema para la biodiversidad que supone el cultivo intensivo de la soja transgénica, pero es un muy mal ejemplo de problemas debidos a transgénicos, porque los impactos de esos cultivos se deben a que son monocultivos intensivos en una extensión muy amplia. Si esos cultivos se hiciesen de la misma manera intensiva con soja tradicional no OGM, los daños para la biodiversidad serían exactamente los mismos. De manera que si eso es lo único que puede aportar, entonces no ha aportado ni una sola evidencia sobre esos presuntos peligros de los transgénicos.
Encima se atreve a hacer «un llamado a la rebelión de los biotecnólogos, a no seguir en el mismo esquema ligado a corporaciones y abrirse al diálogo con la agroecología», lo cual me parece un insulto a todos los biotecnólogos como si los considerase corruptos (algo que parece pensar dado su discurso en general), como si los biotecnólogos no fuesen científicos comprometidos pero él sí como ecólogo (y por algo es socio fundador de UCCS, porque se creerá realmente que él es un revolucionario que va contra la corrupción generalizada que él se inventa, igual que el Don Quijote iba a luchar contra los Gigantes que no eran sino molinos).
Pero no, los biotecnólogos ya están concienciados y están haciendo mucho más por el bien del planeta de lo que habrá hecho este hombre jamás con su charlatanería; yo como ecólogo no me siento nada identificado con él, y espero que los biotecnólogos no se piensen por su culpa que todos los ecólogos estamos tan mal de la olla como este. Yo sí que voy a hacer un llamado, a la humildad de dejar de atacarnos entre campos de la ciencia como si algún campo fuese corrupto de manera general, y otro campo (casualmente el nuestro) fuese el portador de la bondad y la superioridad moral. Así no son la cosas, los científicos debemos cooperar de manera multidisciplinar y desde el respeto a otros colegas que, en otras especialidades, pueden ser y sin duda son mayoritariamente tan responsables y éticos como nos consideremos a nosotros mismos. Y resulta lamentable que este señor como ecólogo tenga tan poco (o nada) que aportar científicamente en este debate. De hecho resultó llamativo que reconoció su vinculación con Greenpeace, por lo que quizá sea él mismo una parte interesada en defender el dogma antitransgénico de Greenpeace aunque no tenga evidencias que lo apoyen. Por eso será que se refirió a los más de 100 premios Nobel que criticaron a Greenpeace en relación a los transgénicos como científicos corruptos. No es que tengan razón porque sean premios Nobel, tienen razón porque la evidencia científica de miles de estudios les da la razón, mientras que nada se la da al señor Víctor Toledo, y él mismo ha quedado en evidencia al no poder aprovechar su larga charla para aportar ni una sola prueba que respalde su postura.
Tarde
Primero intervino el Dr. Alfonso Vilchis Peluyera (Facultad de Ciencias, UNAM). Fue una ponencia breve, en la que quizá pecó un poco de equidistante a veces, pero en general hizo buenas afirmaciones, reconociendo el valor del arroz dorado (pero comentando varios de los problemas que tuvo su uso relacionado con la violación de patentes, pese a que en sí mismo se dejó libre de patente para usos humanitarios). Se mostró en cambio reticente respecto al maíz Bt, pero al menos fue sensato en su neutralidad al afirmar correctamente que hay que evaluar caso por caso y siempre seguir investigando.
De las ponencias de la tarde, en este caso resaltaré la de la Dra. Sol Ortiz (de CIBIOGEM), aunque esta vez de manera positiva. Ha sido una charla muy completa, bien documentada, donde ha tocado muchos de los puntos más relevantes para el tema, y ha mostrado y explicado evidencias científicas sólidas. Así es como se hace una contribución a un debate científico, no con falacias, mentiras y difamaciones alarmistas como otros ponentes. Mi enhorabuena a la Dra. Ortiz por una contribución tan interesante como necesaria y que os recomiendo ver.
Pero la peor con diferencia, y de lo peor que se ha visto en el evento (junto con las de Elena y Víctor), fue la charla del Dr. Alejandro Espinosa (Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, UNAM), una apelación al nacionalismo mexicano repleto de falacias ad antiquitatem, con afirmaciones totalmente falsas e infundadas sobre la contaminación por OGM como causa de futuros desastres que causen el fin del maíz. Solo le faltaba colgarse un cartel al cuello que anuncie el día del juicio final y salir a la calle a alertar a la gente a voces. ¿Este es el nivel al que se rebajan los científicos antitransgénicos? Y a este le hago un favor llamándole científico, porque ninguno de sus argumentos se rige por el conocimiento científico de la aplicación del método científico, sino por temores irracionales contrarios al progreso.

La última ponencia fue del Dr. Emmanuel González que lanzaba las típicas tonterías que usan también los antivacunas buscando correlaciones entre transgénicos y autismo y cáncer (como si eso implicase causalidad). Él trabaja en el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, así que quizá debería recordar el típico ejemplo sobre la correlación negativa entre el cambio climático y los piratas en el mundo, como ejemplo clásico de que encontrar una correlación no basta para afirmar una conexión causal entre dos fenómenos independientes. En definitiva, una charla ridícula y carente de rigor científico.
Viernes 13 de abril de 2018
Para este último ciclo de charlas, debo reconocer que la calidad de las ponencias mejoró, especialmente en lo tocante a aquellas críticas con el uso de transgénicos (básicamente porque el nivel fue tan lamentablemente bajo en las anteriores de esta postura, que por fin vimos alguna charla que no se limitaba a soltar falacias, y presentaba argumentos que, si bien se sostienen en meras hipótesis, pueden ser aceptados como una contribución interesante al debate). Que luego siempre habrá quien diga «claro, es que como tú opinas una cosa, dices que las ponencias que defienden tu idea son las buenas y las que defienden lo contrario son las malas»; pero no, eso lo hace mucha gente (es el sesgo de confirmación), y un ejemplo muy claro fue la ponencia de Víctor Toledo, que básicamente hizo eso. Pero como dijo uno de los personajes de ficción más famosos de la historia, «Al César lo que es del César», y yo no le voy a negar el reconomiento a una buena ponencia solo porque tengamos ciertas discrepancias en nuestras conclusiones sobre el tema.
Y ejemplo de esto que digo fue la primera ponencia, del Dr. Lev Jardón (CEIICH, UNAM), y debo decir que si bien hay algunas cosas que me gustaría matizar y daría para toda una publicación debatiendo los puntos que él señaló (procuraré no extenderme más de lo que ya lo hago), en general estoy muy de acuerdo con varias de las cosas que planteó, y además debo agradecerle que haya llamado la atención sobre las falacias usadas por otros ponentes antitransgénicos, especialmente sobre usar correlaciones para intentar sugerir causalidades sobre autismo o cáncer. De manera resumida, comentaré en particular que sus argumentos sobre que es importante mantener la diversidad biológica son correctos, y que los malos usos de cualquier tecnología que implicasen implantar una única variedad serían un problema; desde luego quienes defendemos la utilidad de la biotecnología de transgénesis no apoyamos que se ataque la biodiversidad reemplazándola por una única variedad, y en eso a Lev le honra que reconoció que sería posible desarrollar transgénicos para las diferentes variedades existentes, si bien dijo que eso sería costoso y no le falta razón. Sobre esto podemos debatir que precisamente la inversión en investigación pública hace que los costes de cualquier tecnología se vayan abaratando, e incluso que se desarrollen técnicas aún más baratas o asequibles que reduzcan esos posibles problemas. Sobre esto, quiero recomendar una vez más (y para quien se haya saltado partes anteriores) el documental Well Fed (enlace aquí), en el que se muestra cómo en Bangladesh se están desarrollando OGM con diferentes variedades con financiación pública y para ponerlas al servicio de sus humildes agricultores, que pasan a poseer derechos sobre las semillas que adquieren (lo cual también refuta anteriores acusaciones sobre que con transgénicos no es posible mantener la soberanía alimentaria, pues eso es un tema político y no científico). Simplemente a Lev le criticaría que no se limite a ver los transgénicos de Monsanto y el capitalismo, que mire a otras opciones de usos responsables como la de Bangladesh, pero como él mismo mencionó en algún punto que las críticas no deben ir hacia la tecnología sino hacia otras cuestiones sociales, quizás bajo el escenario apropiado podríamos acercar posturas, o eso espero.
En definitiva, no comparto las conclusiones de Lev sobre que con los OGM no podamos preservar también la diversidad y otras cuestiones ambientales importantes o que estén ligados a un proceso de destrucción (algunas de sus afirmaciones me parecen temerarias y cuestionables), pero desde luego eso requiere un uso responsable de los mismos, así que si los usos no fuesen responsables (y estuviesen solo en manos de compañías privadas, cosa que por suerte no es así ni debe serlo), entonces sus críticas habría que tenerlas muy presentes. Dejo aquí el análisis sobre su charla (que os invito a ver porque, independientemente de lo que piense cada uno, es interesante), y termino reconociendo que considero que con el Dr. Lev Jardón sí parece que merece la pena tener un debate racional y científico sobre los transgénicos. En realidad es una alegría ver por fin a alguien que plantea críticas con sensatez y no repitiendo meras falacias, porque ese criticismo es necesario, y todos los científicos que estamos realmente comprometidos con la sociedad compartimos que los debates así siempre hay que tenerlos.
Por supuesto, en el chat (que el viernes volvió a tener un nivel científico bastante pobre, después de haber mejorado el jueves), algunos le recriminaban a Lev no ser lo bastante contundente, pues lo que mucha gente espera es simplemente que se repitan los mismos eslóganes totalitarios y acríticos, «los OGM son el mal», «causan enfermedades», «vamos a morir todos», y así… cualquier signo de racionalidad y mesura es visto como una debilidad intolerable. Es el tipo de ideología totalitaria que promueve Greenpeace, en la que ellos son los únicos poseedores de la verdad, el bien y la superioridad moral, y no se puede mostrar ninguna concesión al adversario, mientras nos acusan de todo lo malo que se les ocurre a quienes no les damos toda la razón sin rechistar. Y luego nos exigen ser críticos a los científicos, que somos precisamente los que abordamos estos temas con racionalidad y buscando la evidencia en cualquiera de las partes de la argumentación.
La segunda ponencia fue del Dr. Agustín López Munguía (del Instituto de Biotecnología de la UNAM), cuya charla fue muy interesante y aportó datos de gran relevancia para entender este tema y por qué no debemos caer en un alarmismo irracional contra una tecnología que no es lo malvada y antinatural que algunos quieren que creamos. La lástima es que el ponente solicitó que no se mostrasen las diapositivas en el vídeo, así que no podremos ver las imágenes de las que habla, pero siguiendo su discurso podemos ver que trata puntos y presenta argumentos científicos bien fundados y razonados.
La tercera ponencia fue del Dr. Adolfo Olea Franco (UAM-Xochimilco). Presentó algunas cuestiones sobre leyes y casos que han sucedido en México sobre los que no me voy a meter porque eso lo desconozco (desde luego no es lo relevante para determinar si los OGM son seguros o no, sino si acaso si ha habido malos usos, que nadie niega que seguramente los hay). No obstante encontré su ponencia bastante más floja que las anteriores, porque se centraba mucho en lo legal, si se diferencia legalmente entre grano y semilla (diferencia que científicamente no existe, y si el problema está en la ley bastaría con cambiar esa ley sin que ello suponga problema por parte de la herramienta biotecnológica que es la transgénesis). Sus afirmaciones sobre que un campo de cultivos transgénicos es sinónimo de ver agricultura industrial que nada tiene que ver con la agricultura campesina indígena caen en la misma falacia de relacionar como inseparables a dos cuestiones que, todo lo contrario, son perfectamente separables, y al ejemplo de Bangladesh me remito de nuevo. Si circunstancialmente en México la situación es que los agricultores indígenas no plantan OGM, la solución más sencilla puede ser que el gobierno invierta en facilitarles acceso a esas semillas, para que tengan la libertad de plantarlas si las quieren (desde luego prohibir los OGM nunca dará más libertad a los agricultores, pues por definición está reduciendo sus opciones en vez de aumentarlas). No me extenderé más con esta ponencia, el resumen es que fue floja, no tuvo ningún punto sólido que realmente pusiese en tela de juicio a los transgénicos (sino solo a los defectos legales y de mercado que pueda haber sobre sus usos), y cayó en falacias ya muy repetidas.
Conclusión final
La iniciativa de plantear un debate tan polémico en un entorno científico y no tan periodístico ha sido buena, pero el nivel en cambio ha dejado bastante que desear en varias ponencias, más propias de un discurso político populista que de científicos rigurosos y responsables. Siendo que se promovía desde el Centro de Investigaciones Interdisciplinares en Ciencias y Humanidades (de la UNAM), no habría estado de más que se puntualizasen más los mínimos de pensamiento crítico para rechazar falacias absurdas y faltas al rigor científico mínimo necesario para mantener un debate de calidad. Ya había comentado que Julio Muñoz, quien es uno de los organizadores, fue también uno de los ponentes que cayó en ese tipo de argumentaciones falaces, lo cual es más recriminable si tenemos en cuenta su formación como biólogo y filósofo, pues debería ser el más precavido y no el primero en lanzar esa piedra de la vergüenza que es apoyarse en falacias y en «cherry picking» de estudios fraudulentos que son convenientes para intentar sostener los prejuicios irracionales.
Si algo nos demuestra esto, es que incluso entre los académicos y científicos abunda el pensamiento mágico, el temor irracional a lo nuevo y desconocido, y la preferencia por falacias ad antiquitatem y falacias naturalistas que prefieren que todo siga igual antes de aceptar que puede haber cosas que aún debemos mejorar en cualquier campo del conocimiento y la sociedad (medicina, ciencia básica, filosofía, y por supuesto agricultura, como en cualquier cosa). Justamente aquellos que se alzan como antitransgénicos y que se dicen «unión de científicos comprometidos con la sociedad» (UCCS), que tanto critican al resto de científicos como si solo ellos estuviesen comprometidos y todos los demás que opinan diferente fuesen corruptos y no tuviesen actitud crítica (como se desprende del discurso fundamentalista de Víctor Toledo, fundador de UCCS), son precisamente los que más pecan de falta de actitud crítica, de dogmatismo y de falta de ética profesional y compromiso social, al rechazar la evidencia científica colectiva en favor de teorías conspiranoicas, con las que contribuyen a difundir mentiras y temores infundados en una población que necesita que los científicos seamos más responsables, y nos ciñamos a afirmar las cosas que se sostengan solo en lo que podemos respaldar con evidencia, y no en aquellas ideas que queramos creer porque encajen con nuestros prejuicios.
Porque efectivamente, los científicos llegamos a la universidad a formarnos arrastrando prejuicios de casa, y no solo existen las ideologías «malignas» vendidas al capital y a las transnacionales, también hay ideologías muy bienintencionadas pero que caen en prejuicios erróneos. Quienes estudiamos biología, ciencias ambientales y otras afines, solemos ser gente con gran pasión por la naturaleza y por la conservación del medio ambiente (ojo, no digo que esa pasión no la pueda tener cualquier otra persona también, sino que es un rasgo común en estudiantes de estas carreras). Y llegamos con nuestras ideas preconcebidas, sobre que «todo lo natural es bueno», «la humanidad está arrasando la naturaleza con su tecnología», etc. Durante la carrera, las asignaturas se centran en enseñarnos datos en abundancia, pero se hace patente que falta enseñar más pensamiento crítico en la universidad (y en las enseñanzas básicas previas), y a ser autocríticos con nuestros propios sesgos psicológicos. Mucha gente acaba las carreras y se convierten en biólogos, investigadores e incluso profesores, pero siguen arrastrando un montón de prejuicios erróneos que por desgracia quedan ahí sin corregir, enquistándose como un tumor y llegando a producir lo que se ha visto durante este debate, a profesores de universidad de larga trayectoria como investigadores que exhiben muy poco o ningún pensamiento crítico científico, solo las mismas críticas irracionales y falaces que podría presentar cualquier persona sin formación en ciencia y desinformada por campañas de manipulación (que no solo las hacen las grandes compañías transnacionales ligadas al poder, sino también lobbies ecologistas como Greenpeace, que también mueven mucho dinero y poder gracias a lograr que la gente se adhiera a sus protestas, sean sensatas o no).
Así pues, cualquier que haya visto esos debates desde una actitud crítica y bien formada, con suerte terminará sabiendo que los transgénicos son una oportunidad interesante sobre la que debemos seguir investigando, de la que no hay evidencias de que haya peligros para la salud (a día de hoy podemos afirmar que son tan seguros como cualquier otro alimento) ni para el medio ambiente (todas las críticas sobre eso se refieren a procesos que ya suceden en la naturaleza), y que por supuesto como cualquier herramienta podría ser usada mal, y tiene que haber mecanismos de control, pero que tiene buenos usos que nos pueden aportar y en algunos casos ya nos han aportado enormes beneficios a nivel social y humanitario.
Por desgracia, también hay mucha gente que está convencida de que lo importante es quién diga qué, sin escuchar los argumentos ni su rigurosidad, lo que diga Greenpeace va a misa cual dogma religioso, y toda crítica a eso es rechazada como si fuese parte de una conspiración global de Monsanto. Es curioso que sean tan críticos contra el dogmatismo los que son más dogmáticos, supongo que es una paradoja habitual. Pero todos los científicos que estamos comprometidos con informar bien a la sociedad, con rigor y sin falacias, tendremos que seguir trabajando para que el conocimiento se imponga sobre el oscurantismo y las mentiras anticientíficas que tanto se propagan y tanto daño hacen. Y por ello, seguiremos divulgando la ciencia.
[…] Reseña de “Los alimentos transgénicos a debate” en la UNAM, México […]
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